CASTAÑEDA Y LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE

 


En el contexto de la campaña contrainsurgente de los años 60, encabezada por el coronel Arana Osorio, se conformaron escuadrones de la muerte destinados a reprimir supuestos colaboradores de la guerrilla. Orientados por oficiales militares y financiados por persona pudientes, sus jefes eran miembros de élites locales y antiguos liberacionistas. Sembraron el terror en gran parte del territorio nacional, fueron responsables de asesinatos, torturas y desapariciones forzadas, entre otros delitos.  Su principal líder fue Carlos Oliverio Castañeda Paiz, jefe de la tenebrosa “Mano Blanca”.

Cuando el entonces diputado liberacionista Castañeda Paiz, organizó un grupo de matones denominado “Ojo por Ojo”, para actuar por cuenta propia, fue ejecutado en el restaurante El Parador en 1972, por militares vestidos de particular. De esta manera el Ejército quería demostrar que tenía el monopolio de la violencia política, aceptaba colaboradores civiles, pero no permitía competidores que operaran al margen de su autoridad (Gonzalez-Izas).

Pese a que fue una purga interna, el entonces presidente Arana Osorio hizo guardia de honor frente al féretro de Castañeda. De manera oficial las autoridades responsabilizaron a la guerrilla.

“A veces, también, los terroristas se reclutan al azar. Oliverio Castañeda vivía en una aldea de Teculután, en Zacapa, olvidada entre el río y la sierra. "Ayudaste a las guerrillas." Te vamos a matar, a vos y a tu familia", le inventaron un día los soldados. Cambió la vida por ciertos favores. Se incorporó a uno de los grupos. No había conocido, antes, la violencia. Le gustó. Tenía una existencia miserable que vengar” (Eduardo Galeano).

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